Mi música: Tanto con tan poco

viernes, 26 de noviembre de 2010

Cómo hablar con nuestros hijos

  Lo más importante es escucharle. Más que hablar nosotros, el niño necesita sentirse comprendido. Hay que practicar la llamada escucha activa o escucha reflexiva. Este tipo de escucha consiste en prestar atención al mensaje del niño sin hacer ningún juicio de valor, simplemente entendiéndole y poniéndonos en su lugar. Por supuesto, deben existir unas condiciones adecuadas (estar a solas, no tener otras ocupaciones en ese momento, etc.) para la comunicación.

  • No reaccionar desproporcionadamente ni perder los papeles. Actuar dejándonos llevar por la ira o la cólera no hará sino complicar el problema.
  • No reaccionar con agresividad. Aunque debemos dejar claro que la conducta del agresor es incorrecta y no tiene derecho a abusar de nuestro hijo, no por eso hay que referirnos a él con insultos. Debemos predicar con el ejemplo que la mejor respuesta a la agresividad no es una respuesta igualmente agresiva.
  • Aceptar los sentimientos del niño. Ante una experiencia de acoso lo normal es que el niño sienta tristeza, miedo y rabia. Si los padres reconocen y aceptan esos sentimientos, el niño podrá comenzar a superarlos. El quitar importancia a lo que siente, aunque sea para que se anime, no les ayuda. El niño debe afrontar esos sentimientos, y es a partir de esa conciencia como podrá mejorar.
  • Ayudarle a buscar soluciones: Una buena manera es iniciar un “brainstorming” o tormenta de ideas, es decir, pedirle que piense en el mayor número de soluciones posibles; las anotaremos todas, aunque parezcan descabelladas. Luego hay que pararse en cada una de ellas y analizar su validez (si tienen más ventajas que inconvenientes). La idea a transmitir es que el niño puede encontrar la solución, para lo que el adulto le ayuda. Es la mejor manera que aprendan a afrontar los conflictos y solucionar los problemas de manera autónoma.

Cómo afronto el bullying

  Un chico que esté sufriendo bullying seguramente ya lo sepa, aunque lo más seguro es que no haya contado nada a nadie. Esto ocurre porque sienten vergüenza y no se atreven a contárselo a su entorno por lo que éste pueda pensar de él. Sin embargo, hay diferentes síntomas que todos podemos observar y que nos pueden ayudar a identificarlo en otras personas para poder ofrecerles nuestra ayuda. Estos síntomas son:

  • Cambios en el estado de ánimo, que en la mayoría de los casos se presentan como tristeza.
  • Aislamiento de su entorno.
  • Ansiedad, la cual se refleja en miedos, tics nerviosos, irritabilidad e incluso conductas regresivas como hacerse pis en la cama.
  • Suelen estar distraídos, como ausentes, olvidadizos, etc.
  • Fingen enfermedades o molestias para no ir al colegio.
  • Presentan moratones, golpes o heridas.
  • Faltan al colegio y no dan explicaciones coherentes cuando se les pilla.
  • No tienen amigos.
  • Su rendimiento escolar empieza a disminuir.
  • Tienen sentimientos de culpabilidad.
  • Presentan baja autoestima e incluso depresión.
 
No hace falta que te peguen para estar sufriendo bullying, el maltrato psicológico es tan grave como el físico.

  En los niños, el acoso escolar se manifiesta de una forma más física: agresiones, humillaciones, insultos, amenazas, empujones, motes, collejas… En el caso de las niñas, el bullying es más psicológico: aíslan a la víctima, le impiden jugar con sus amigas o se las quitan, crean odios hacia ella, le mandan mensajes…
Qué hacer si te ocurre
  ¿Me tengo que enfrentar a mis agresores? Seguramente te habrás hecho esta pregunta si estás sufriendo bullying, incluso lo habrás intentado. O todo lo contrario, puede que hayas aprendido a callar tus emociones y hayas aceptado el acoso como algo rutinario.

  Es muy complicado hacer frente a un problema de esta magnitud uno solo. Lo que debes hacer es intentar buscar apoyos en tu entorno más cercano: cuéntaselo a un amigo, a un profesor o a tus padres, ellos seguramente sabrán qué hacer. Nunca te enfrentes a tus agresores porque seguramente lo único que consigas es que la situación empeore, puesto que el agresor o agresores intentarán seguir manteniendo su liderazgo a toda costa, incluyendo el aumento del hostigamiento

Eso sí, intenta no mostrar miedo ante sus intimidaciones, ya que las muestras de temor hacen que se sientan más fuertes y quieran seguir con sus amenazas y agresiones.

A quién puedo acudir
  ¿Te da vergüenza contárselo a tus padres? ¿No tienes confianza con ellos? La psicóloga dice que, “si no quieres acudir a tus padres, cuéntaselo a un amigo cercano, a tu profesor o a cualquier adulto con el que tengas confianza”. También hay una dirección de correo electrónico donde puedes dirigirte para contar tu historia, donde hay personas especializadas en este tipo de problemas que te intentarán ayudar: contacto@protegeles.com

¿Necesito un psicólogo?
  ¿Te da miedo ir al colegio o al instituto? ¿Tienes que ir al psicólogo para superarlo?
  Un psicólogo es aquella persona que te ayuda a superar tus problemas de una manera mucho más rápida que por ti mismo, o cuando tú solo no puedes a pesar de haberlo intentado. Si has intentado solucionar lo que te ocurre y ves que pasa el tiempo y no mejoras o incluso cada vez te sientes peor, es el momento de que un psicólogo especializado te dé las herramientas necesarias para afrontar el problema y salir exitoso.

No te olvides de que tu agresor o agresores también tienen un problema y necesitarían ayuda psicológica para superar su conducta. Tú no eres el raro y ellos los normales.
 

domingo, 21 de noviembre de 2010

LOS PROFESORES MADRILEÑOS YA TIENEN LA CONCIDICIÓN DE AUTORIDAD PÚLICA

   "La angustia e impotencia de los maestros ante el acoso y la violencia en las aulas de enseñanza pública podría tener sus días contados. La presidenta de la Comunidad de Madrid anunciará hoy, durante el debate del Estado de la Región, una Ley que otorga al profesor la condición de "Autoridad pública" y que coloca al funcionario docente al mismo nivel que policías, jueces u otros cargos públicos.
Diario ABC



Qué hacen las escuelas y las familias

  Las autoridades de las escuelas no saben muy bien qué hacer ante estos casos ni como acompañar a las familias en esta situación. Muchos chicos caen en depresiones y se niegan a concurrir a la escuela y a reuniones por lo intolerable que les resulta la situación. Y muchos otros pretenden ignorar al agresor o agresores sin lograr que dejen de molestarlo, aunque sea por cansancio. Otros muchos deciden contarle a sus padres su padecimiento pero, al concurrir éstos a la escuela, no encuentran la contención y la solución al problema, y lo que es aún peor, muchas veces las autoridades terminan por convencerlos de que su hijo o hija es anormal por no reaccionar ante la agresión.

  Por suerte son muchos padres los que tienen la sabiduría de fortalecer la autoestima de sus hijos al enterarse de la situación, pero no es el común de los casos.Lo más común es que los chicos no cuenten su situación y busquen salidas autodestructivas: adicciones, aislamiento y suicidio inclusive.

  La escuela no puede asumir la solución porque ahora el fenómeno se ha extendido y los mismos docentes son víctimas de los "bully", alumnos que atacan a sus maestros porque se niegan aceptar sus resoluciones y directivas. Se conoce el caso de maestras que han rodado por las escaleras de la escuela empujadas por estos sujetos y otras u otros atacados con diferentes objetos.

  Cuenta Nora Rodríguez, pedagoga argentina experta en bullying y residente en España, autora del libro «Guerra en las aulas» el caso de un niño de catorce años que siendo objeto de burla de amigos y compañeros, sufriendo de un acoso continuo, termina suicidándose después de sufrir la rotura de su dentadura a causa de una paliza, soportar que le hicieran comer tierra, y lo acusaran de fumar marihuana entre otras cosas. Todo comenzó el día en que este chico, preso de una diarrea, no puede controlar sus esfínteres en clase. De la mofa pasan a los golpes e incluso al año siguiente, "festejan" ese episodio decorando el aula con papel higiénico ridiculizando y humillando nuevamente a su compañero.

  Esta pedagoga comenzó entrevistando a personas que sufrían hostigamiento en sus trabajos (mobbing) y así descubrió que gran parte de esas personas habían sido víctimas de burlas y abusos en la escuela. El gran peligro está en que a veces, los agredidos y abusados también se convierten en agresores por inducción y reaccionan de la peor manera como consecuencias de soportar durante años las agresiones.